Ética en la Vida Cotidiana
¿Necesitamos una escuela de ética? ¿Será precisa una cátedra
exclusiva de ética dentro del currículo escolar para ser impartido desde la
edad temprana? ¿Qué nos está ocurriendo como sociedad? ¿Seremos capaces hoy de definir
que es ética? Cuantas interrogantes surgen al tratar de comprender la conducta anárquica
y revanchista en contraposición de la tolerancia y el respeto.
Suena el reloj temprano por la mañana y comenzamos el día
postergando la alarma 5 minutos más, el cansancio, el frío, el desvelo
cualquier excusa se nos viene a la mente por esos 5 minutos mas bajo la sábana,
que luego se convierten en 10, 20 y en, se me hizo tarde, me desvele con un peli
o chateando en el celular. Inicia la mañana a un ritmo acelerado pero no para aprovechar
el tiempo, es porque se nos ha hecho tarde, ya la responsabilidad y puntualidad
van en retraso también. Tomamos el autobús, nos empujamos para montarnos, si lo
pierdo llego tarde, voy sobre la hora, y ¡los buenos días! Ni me acorde en medio
del afán. Los buenos modales no tuvieron tiempo.
En el trabajo, en la universidad, en el recinto que me
espera, he llegado tarde o sobre la hora, aunque finjo que no ocurrió caminando
rapidito, sigiloso y hasta medio encorvado (extraño comportamiento), transcurre
el día, todas los estados emocionales hacen presencia, explotas o implosionas, no
se qué es peor. Llega la hora de partir y: por fin! Alivio, me voy!. Pero comienza
otra vez él drama del tráfico, el transporte, los tropezones, la persona mayor
o embarazada que va parada, los demás parecen estar en otro plano, tu si vas sentada,
con cansancio y hasta revirando internamente cedes el puesto. Cortesía por obligación.
La peor parte los cumpleaños, navidades, reencuentros,
todas esas reuniones donde no sólo te dedicas a comentar la vida de los presentes
y la de los ausentes en mayor medida (la prudencia, el respeto?), aflora la
envidia, y los jueces de la credibilidad, honorabilidad, honradez, responsabilidad
y hasta del manual de urbanidad o el otro lado de la moneda; lo que comienza
como una autoevaluación y que debía culminar en un plan correctivo y de
replanteo de metas y objetivos, termina en autoflagelación, depresión e inacción.
Si, ya hice mi acto de contrición, por mi culpa, por
mi culpa, por mi gran culpa. Y ahora? Es que acaso no debemos además
identificar nuestras debilidades, superarlas y convertirlas en potencialidades.
Pero y ¿cómo? No es nada fácil exigir a una sociedad que asuma un
comportamiento moral, cívico, ético, ciudadano o afín, cuando el individuo no
ha comenzado a internalizar su comportamiento en cada faceta de su vida (personal,
de pareja, profesional, laboral). La teoría de los valores se nos enseña desde
el colegio, pero no siempre aprendemos a reconocerlos o imitarlos en nuestra vida,
con tantos entornos disfuncionales comenzando por los hogares, si el individuo
no se ha formado con carácter, difícilmente podrá reconocerse como un ser con
valores capaz de internalizarlos y conducirse con ética en cada paso de su
vida.
Y es que la ética como tarjeta de presentación, no
solo dejara de mi excelentes referencias, me permitirá escudriñar en el por qué
debo actuar apegado a esa honorabilidad característica de los grandes caballeros
de vieja data, por qué debo ser responsable, honrado, respetuoso, por qué debo
orientarme sobre un nicho de valores en nuestra sociedad. Es decir, cuando
internalizamos avanzamos hacia un ser integral. Y ¿la mejor escuela? El hogar. ¿La mejor pasantía? El hogar. ¿Quién me aprueba? La sociedad.
Les invito a reflexionar con el Prof. Fernando Savater
Por: Salas Maleyva
Agosto 2019.