miércoles, 28 de agosto de 2019

Ética en la Vida Cotidiana 



¿Necesitamos una escuela de ética? ¿Será precisa una cátedra exclusiva de ética dentro del currículo escolar para ser impartido desde la edad temprana? ¿Qué nos está ocurriendo como sociedad? ¿Seremos capaces hoy de definir que es ética? Cuantas interrogantes surgen al tratar de comprender la conducta anárquica y revanchista en contraposición de la tolerancia y el respeto.

Suena el reloj temprano por la mañana y comenzamos el día postergando la alarma 5 minutos más, el cansancio, el frío, el desvelo cualquier excusa se nos viene a la mente por esos 5 minutos mas bajo la sábana, que luego se convierten en 10, 20 y en, se me hizo tarde, me desvele con un peli o chateando en el celular. Inicia la mañana a un ritmo acelerado pero no para aprovechar el tiempo, es porque se nos ha hecho tarde, ya la responsabilidad y puntualidad van en retraso también. Tomamos el autobús, nos empujamos para montarnos, si lo pierdo llego tarde, voy sobre la hora, y ¡los buenos días! Ni me acorde en medio del afán. Los buenos modales no tuvieron tiempo.

En el trabajo, en la universidad, en el recinto que me espera, he llegado tarde o sobre la hora, aunque finjo que no ocurrió caminando rapidito, sigiloso y hasta medio encorvado (extraño comportamiento), transcurre el día, todas los estados emocionales hacen presencia, explotas o implosionas, no se qué es peor. Llega la hora de partir y: por fin! Alivio, me voy!. Pero comienza otra vez él drama del tráfico, el transporte, los tropezones, la persona mayor o embarazada que va parada, los demás parecen estar en otro plano, tu si vas sentada, con cansancio y hasta revirando internamente cedes el puesto. Cortesía por obligación.


La peor parte los cumpleaños, navidades, reencuentros, todas esas reuniones donde no sólo te dedicas a comentar la vida de los presentes y la de los ausentes en mayor medida (la prudencia, el respeto?), aflora la envidia, y los jueces de la credibilidad, honorabilidad, honradez, responsabilidad y hasta del manual de urbanidad o el otro lado de la moneda; lo que comienza como una autoevaluación y que debía culminar en un plan correctivo y de replanteo de metas y objetivos, termina en autoflagelación, depresión e inacción.

Si, ya hice mi acto de contrición, por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Y ahora? Es que acaso no debemos además identificar nuestras debilidades, superarlas y convertirlas en potencialidades. Pero y ¿cómo? No es nada fácil exigir a una sociedad que asuma un comportamiento moral, cívico, ético, ciudadano o afín, cuando el individuo no ha comenzado a internalizar su comportamiento en cada faceta de su vida (personal, de pareja, profesional, laboral). La teoría de los valores se nos enseña desde el colegio, pero no siempre aprendemos a reconocerlos o imitarlos en nuestra vida, con tantos entornos disfuncionales comenzando por los hogares, si el individuo no se ha formado con carácter, difícilmente podrá reconocerse como un ser con valores capaz de internalizarlos y conducirse con ética en cada paso de su vida.

Y es que la ética como tarjeta de presentación, no solo dejara de mi excelentes referencias, me permitirá escudriñar en el por qué debo actuar apegado a esa honorabilidad característica de los grandes caballeros de vieja data, por qué debo ser responsable, honrado, respetuoso, por qué debo orientarme sobre un nicho de valores en nuestra sociedad. Es decir, cuando internalizamos avanzamos hacia un ser integral. Y ¿la mejor escuela? El hogar. ¿La mejor pasantía? El hogar. ¿Quién me aprueba? La sociedad.


Les invito a reflexionar con el Prof. Fernando Savater



 Por: Salas Maleyva
Agosto 2019.

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